jueves, 13 de diciembre de 2012

Amar a más de mil kilómetros

Comencemos con una perogrullada: Cuando conoces a alguien que te gusta en una discoteca de tu ciudad probablemente ese alguien -salvo que sea un turista - viva en tu ciudad, y por lo tanto, para el caso de que la cosas desemboque en un amor correspondido, tengáis todas las facilidades del mundo para que vuestra relación sea en su mayor parte presencial.

Pero cuando decides encontrar el amor en internet la discoteca virtual pasa a tener las dimensiones del globo terráqueo, y en consecuencia es bastante posible que esa persona que te gusta se encuentre tras algún océano o cordillera inaccesible con respecto a tu situación geográfica.

Para tratar de evitar estas situaciones,  las webs para encontrar pareja como psicum proveen unos filtros para seleccionar sólo candidatos dentro de una franja geopolítica que el usuario previamente selecciona. Es desde luego la mejor manera de embarcarse -nunca mejor dicho- en relaciones que difícilmente prosperarán, y ya no solamente por la distancia física que todo lo quiebra, no solamente porque internet -como no nos cansamos de repetir- sirve para encontrar el amor, pero no para mantenerlo por sí sólo. Difícilmente prosperarán porque en muchos casos las diferencias culturales entre países distantes, aún unidos por una misma lengua, se hacen patentes a la que el primer periodo de embobamiento que sobreviene a la primera fase del amor desaparece.

Sucede no obstante que encontrar el amor en internet no es como encontrar cualquier otra cosa en internet (o quizás sí). Quiero decir con ello que a veces buscas una cosa y acabas encontrando otra. Y referido al tema que nos ocupa, a veces y sin saber muy bien cómo, te acabas enamorando de una persona con las características que te habías jurado que no debería tener la persona de la que te acabaras enamorando. Y ya metidos en el lío- has encontrado el amor en una persona que chatea contigo a más de mil kilómetros- plantéate a la mayor brevedad posible si alguno de los dos tiene la más mínima intención de instalarse en un país remoto, o si os vaís a ver relegados a la categoría de amor de internet platónico.


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